Tres palabras distintas, un sentido verdadero
Una visión integral de Agua, Energía y Alimentos desde la industria de la leche
Mauricio Briñez
10/1/20242 min read
Pensar en el agua, la energía y los alimentos de manera integrada nos permite explorar nuevas formas de lograr sostenibilidad y abundancia, especialmente a través de la innovación tecnológica. Este enfoque es crucial en un mundo que demanda soluciones holísticas para los desafíos ambientales, sociales y económicos.
Uno de los mayores retos del profesor Chucho Rodríguez es enseñar a sus estudiantes a leer el contexto, desarrollando así habilidades en liderazgo y estrategia empresarial. Considero que esta es una manera efectiva de gestionar el presente desde una perspectiva de transformación humana, y de vivir como nuestra mejor versión.
Para ilustrar este punto, reflexionemos sobre un alimento esencial: la leche. Desde el nacimiento, la leche es el primer producto que entra en nuestra dieta. Naturalmente, la leche contiene aproximadamente un 40% de agua, lo que nos lleva a pensar en la idea de que, en cierta medida, la leche "produce" agua.
Si nos centramos en la leche de vaca, debemos considerar que la India es el mayor productor de leche del mundo, con alrededor de 180 millones de toneladas anuales. Este hecho podría ofrecernos una nueva perspectiva sobre el potencial de la producción de agua a través de vacas, un concepto que, aunque suena inusual, forma parte de una visión más amplia que integra agua, alimentos y energía.
El profesor Rodríguez nos impulsa a ampliar nuestra perspectiva, y al considerar la leche en polvo —un producto deshidratado, con su contenido de agua eliminado— encontramos que Nueva Zelanda es el principal productor de leche en polvo a nivel mundial. Curiosamente, la economía de Nueva Zelanda, y su PIB, se apoyan fuertemente en la producción y exportación de energías renovables.
Es hora de incorporar estos elementos en nuestro modelo de pensamiento: el agua, los alimentos y la energía como pilares fundamentales para la sostenibilidad global. Este enfoque no solo nos impulsa hacia una nueva revolución tecnológica, sino también hacia una evolución consciente de cómo gestionamos los recursos naturales. La Responsabilidad Social Empresarial (RSE) puede desempeñar un papel central en esta transformación, capitalizando iniciativas tecnológicas que faciliten el encuentro entre el desarrollo sostenible y el bienestar global. Todos somos miembros activos de esta evolución, y debemos ser conscientes del papel que jugamos en ella.